viernes, 30 de octubre de 2009

Las dos caras de las mineras en el Perù

Lamula.pe recoje un artículo titulado Dos izquierda contra dos derechas. aquí les revoto íntegramente.
La minería en el Perú. Un tema que despierta pasiones de todo tipo. Pero definitivamente un tema en el que considero que no se hacen las distinciones correctas. Como ya comenté en otro post, considero que es extremádamente importante que aprendamos a diferenciar el sector privado responsable del sector privado condenable.
Esto en el sector minería se hace doblemente importante, porque además de los tópicos habituales que le cargan a toda empresa, están los ambientales. Y como ya comentamos en
otro post, al planeta se le respeta.
En ese sentido, se suele disparar al aire diciendo que en este país las mineras hacen lo que les da la gana, contaminan como ven conveniente y no muestran ninguna clase de preocupación que no sea por las utilidades que reportan a fin de año. Y no lo voy a discutir. De hecho, hay varias mineras que se comportan claramente de esa manera y eso es indiscutible. Pero vale la pena reconocer que hay mineros que hacen el esfuerzo por hacer las cosas bien. No obstante, por razones que van más allá de lo racional, ellos mismos no lo promocionan lo suficiente.
En el mundito de las convenciones para empresarios, el ejemplo loable que siempre le arrojan a todos en la cara cual costal de papas es el de Antamina. Y no es para menos. Se trata de una minera que se ha preocupado por hacer todo según el manual: pidiendo permiso a la comunidad antes de mover una piedrita, invirtiendo su buena plata en proyectos de responsabilidad social para las comunidades aledañas -pero en proyectos que ellos quieren, no proyectos diseñados por lumbreras sociológicas que saben más que uno lo que uno necesita-, etc. De hecho, el
Fondo Minero Antamina se formó con aportes voluntarios de 163.9 millones de dólares de la propia empresa y se aplica a estos proyectos.
Pero no se molesten tratando de pensar cómo es que las mineras me pagan para hablar bonito de ellas, porque no lo voy a hacer. Que resalte un caso chévere no quiere decir que me mande a decir que todo es color de rosa, ni de lejos. Basta mencionar un par de chanchullos para sacudirlo a uno de esa nube. Primero, el de
Doe Run. Ninguna defensa institucional sostenible a la minería peruana estaría completa sin una mención a la vergüenza que es el que a esa máquina de contaminación le hayan extendido el PAMA. No hay defensa. Y segundo, el de Yanacocha, que una participación muy feliz no ha tenido en su relación con las comunidades del cerro Quilish y similares. No voy a ahondar mucho en el asunto, porque se trata de casos que son ampliamente cubiertos en la prensa. Pero sólo por si te falta un empujoncito, aquí un reporte de Propuesta Ciudadana sobre esa minera. Presten atención a las declaraciones de los dos alcaldes involucrados, en la página 2.
Ni qué decir de la minería informal, que ya es harina de otro costal. A esos causas los calificaré de criminales y les dedicaré otro post un día que me sienta en conflicto con el universo.
En todo caso, lo que quería transmitir es que si bien la minería afecta a las comunidades de las zonas aledañas a los yacimientos, tiene que haber alguna forma de que puedan colaborar, de tal manera de que los beneficios de la extracción de esos recursos no sean solamente para la empresa. Oswaldo Medina del CIUP
publicó hace un par de años un documento en el que plantea que el canon minero, que fue pensado justamente para captar fondos de las mineras para hacer trabajos por las comunidades afectadas, más es el daño que hace, porque genera brechas y conflictos con los dristritos o regiones que no cuentan con actividades mineras, lo que a la larga va a ser peor. Vale la pena chequear sus recomendaciones.
Pero ni modo. A mí no se me ocurre una solución a este problema. Decir que los yacimientos se queden ahí hasta que puedan ser explotados por empresas peruanas (estatales o privadas) es una payasada que sorprendentemente aún se repite. Y no es viable. La inversión necesaria para poder explotar un yacimiento como el que se maneja Southern en el sur es demasiado grande y requiere necesariamente la intervención de una empresa con grandes capacidades de financiamiento. Y lamentablemente ninguna peruana así no más llega a esos niveles. Quizás en minería mediana se pueda soñar a eso, pero en fin.
Por lo pronto, lo que me interesaba decir es que hay empresas que están haciendo el esfuerzo de hacer las cosas bien. Hay otras que siguen siendo manejadas con los pies, cierto. Pero hay que saber a cuál criticamos y a cuál le tirdamos barro. No nos gastemos con las chéveres. Ensuciémonos las manos criticando y rajando de las que se lo merecen.

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