viernes, 12 de abril de 2013

La jungla del transporte urbano en Cajamarca

Mototaxista en conferencia de prensa

Cuando uno aborda una combi para trasladarnos de un punto de la ciudad a otro o ha nuestro domicilio, da la impresión que subimos a un vehículo moderno que se desplaza dentro de una ciudad civilizada. Pero no es así. Es todo lo contrario. Nos encontramos en la Jungla del Transporte Urbano de una ciudad asechada por la barbarie e incivilización, donde el más fuerte gana como  en la Jungla. Esa ciudad se llama  Cajamarca.  Pero los incivilizados no sólo son los bárbaros de los conductores y cobradores de las combis, sino también algunos conductores de lujosos autos que entran a la carnicería verbal con aquellos. ¿Y los reguladores del transporte urbano?  Maquinan estrategias con los jefes de las tribus  del transporte urbano para controlar a esa masa compacta cacósmica.

Son poco más de las siete de la mañana. Junto a otras personas, que se alistan para llegar a sus centros de trabajo o universidad, abordamos una combi  en uno de los paraderos de las afueras de la ciudad del Cumbe que añora la Cajamarca nostálgica del siglo pasado. Los primeros, que subimos al vehículo en los primeros paraderos, tenemos suerte porque encontramos asientos para viajar. Empero, ha medida que la combi avanza y el cobrador va llenando el vehículo con más pasajeros, los que viajamos sentados vamos sintiéndonos incómodos porque las personas se hacinan en la combi. El bárbaro cobrador, con la cabeza hacia afuera  por la ventana y con el pantalón por debajo de la cintura, continúa llenando la combi. “¡Suben!, ¡subene!”, grita el cobrador y el conductor se detiene.   

Una señora casi doblada, por lo bajo que es la combi y no tiene pasa mano, sus seños los hacen descansar sobre mi cabeza; un niño, apunto de llorar y con los pelos despeinados, aplastado entre dos piernas de dos personas adultas. Los clauxos de los vehículos suenan pordoquier junto con los gritos de los cobradores que piden permiso para avanzar.  Un insulto sale de la boca de un conductor de un vehículo de último modelo. El cobrador no se queda atrás y éste le contesta con términos semejantes. Una señora que logra reconocer a ese conductor, dice: ¡Es un fiscal! Los demás pasajeros murmuran entre dientes… Es sólo un momento de experiencia en la jungla del Transporte Urbano en Cajamarca donde nadie dice nada.

A la jungla se incorpora los transportistas de las mototaxis que, ante decisión de la autoridad del Transporte Urbano de la municipalidad, deciden defender lo que consideran sus espacios de trabajo que son amenazados de quitarles. Un subgerente de transporte de la municipalidad de Cajamarca se muestra autoritario haciendo alago a su formación militar. Su nombre   Jorge Gonzales Romero.  Dice que no puede dialogar con informales, con un grupo de informales que no están formalizados. Lejos de abrir los canales de una conversación bidireccional, ese subgerente se muestra intransigente. A él se une una dirigente del transporte urbano a quien, los motostaxistas, la llaman la “China”. Ésta dueña de empresas que, según las declaraciones de los transportistas de vehículos menores, se aprovecha  por tan sólo tener empresas y no vehículos.

Entonces, los dirigentes de los mototaxistas y los demás conductores de los vehículos menores, se muestran también intransigentes y piden la cabeza del subgerente Gonzales acusándolo de abusivo y prepotente. Convocan a conferencia de prensa para denunciar los abusos y los chantajes que les hicieron cuando se pidió la vacancia del alcalde provincial de Cajarmarca Ramiro Bardales Vigo.  El señor  José Ocas Portal, mototaxista,  denuncia que  lo multaron por no asistir a la vacancia del señor alcalde, lo multaron con 30 soles, y lo botaron por no asistir a los llamados del subgerente de transporte Jorge Gonzales. Al día siguiente de la  conferencia, luego de pedir la renuncia del subgerente, los mototaxistas vuelven  a las calles con sus pequeños vehículos.

Estos mototaxistas piden la formalización para poder trabajar y llevar un pan para sus familias. En el seno del concejo no se aprueba la ordenanza que dispone la formalización y reempadronamiento de los mototaxistas informales. Los regidores, que se oponen, consideran que no se puede aprobar la ordenanza porque la ley no lo permite. Los mototaxistas informales vuelven al reclamar por las calles y por fin, con presión de más transportistas que dicen formalizados y dirigidos por la “China”, presionan y el concejo, no por decisión técnica y legar, aprueban la ordenanza. Los dirigentes salen en algunos medios para agradecer por la aprobación de dicha ordenanza.  

Las calles angostas de la ciudad de Cajamarca ya no dan más para que más vehículos se trasladen pro ellas. La Jungla del Transporte Urbano se vuelve más bárbara y los incivilizados conductores han logrado su objetivo: tomar las calles. La autoridad débil y con serios problemas de gobernabilidad no puede hace nada y se deja someter al poder de la barbarie del transporte urbano.             


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