martes, 23 de julio de 2013

Bonos de la Reforma Agraria y el resentimiento no curado.

Campesinos de Bambamarca

La disposición del TC al ejecutivo, del gobierno de Ollanta Humala, a que page los bonos actualizados  de la Reforma Agraria, ha hecho recordar las rencillas y los conflictos que vivió la clase campesina frente a la oligarquía de latifundistas representados en los hacendados herederos de los encomenderos de la colonia. Rencillas y conflictos que terminaron en violencia y hasta en baño de sangre. Lo lamentable es que, en ese conflicto, el Estado no actuó como un verdadero reformador y reconciliador, sino en aliado de esa oligarquía como sucede ahora en el conflicto de la minería ante las comunidades que la rechazan.

Los herederos o mejor dicho los hijos de esa clase campesina de los años 50 y 60, que se movilizaron para terminar en la Reforma Agraria de 1969, ante la noticia del pago de los bonos de dicha Reforma, no han hecho más que hacer público sus resentimientos de rechazo y odio a esa clase  que tenía el poder en las manos. El problema de no poder construir Nación  en nuestro país no es tanto por ausencia de políticas, sino por un problema psicológico de un sector social.   

Si bien el máximo organismo jurisdiccional como es el TC a dispuesto  que se page los bonos a los herederos de los antiguos hacendados, también es necesario que otro organismo, que puede ser el mismo Estado, muestre un gesto donde cierre las heridas  ante el vejamen y humillación que vivieron los antiguos campesinos.  Los hijos de éstos, a pesar de los años que han pasado, arrastran  aún  el problema psicológico que todavía no está tratado. No está curado. Ese problema  es el resentimiento y odio de una clase que hasta el momento es golpeado por el actual gobierno y los poderes fácticos que, al parecer, manejan el destino político del país.

Es mucho conocido, que los movimientos campesinos de los años 20 primero y los 50 y 60  después, terminaron, en muchos casos, en represión y pérdida de vidas. Como murieron campesinos en Cajamarca por la balas de los policías de los gobiernos de entonces. A esto se suma la humillación a que fueron sometidos los campesinos con la servidumbre método semifeudal que utilizaron los hacendados de entonces. Hasta hoy, ya de avanzada edad, todavía viven campesinos que cuentan los vejámenes que vivieron en las haciendas. Este resentimiento es la herida que todavía no cicatriza en el Perú y que, los últimos movimientos socios ambientales, los están supurando y el odio no desaparece.

Es verdad que el campesino ahora tiene la tierra y viven de ella, pero lleva por dentro un dolor psicológico que aún no está tratado. Los últimos gobiernos continúan maltratándolo y considerándolo como ciudadanos de segunda categoría.       
         
  

No hay comentarios: