jueves, 2 de enero de 2014

160 años de Cajamarca como departamento y sus males que persisten.


Los 160 años de independencia de Cajamarca del centralismo trujillano se celebra en un contexto en que la ciudad del Cumbe no ha dejado de solucionar los conflictos sociales relacionados con la minería. El de Conga es conflicto latente que en cualquier momento puede reactivarse. Además, se inicia un año de campaña política donde aparecen personajes cuyas intenciones es alcanzar el poder político que, una vez en el poder, gobiernan no para esa mayoría los eligió, sino para otros intereses. Del mismo modo, se habla a la saciedad que se vive una profunda recesión económica que, como consecuencia, se ha perdido empleos y la inversión se ha detenido debido a las protestas sociales.  Por poco asegurar que vivimos en extrema pobreza.

Cajamarca, en los últimos años, se ha convertido en una región que ha dependido, suicidamente, de las actividades extractivistas. Las autoridades no sólo del gobierno nacional, sino de los subnacionales: municipalidades y región miraron el crecimiento económico de la región basado en la venta de piedras y no se preocuparon de la diversificación económica. Todas las autoridades miraron a la minería como desarrollo sostenible, pero se equivocaron. Despreciaron a las demás actividades que, antaño, eran las principales actividades del desarrollo de Cajamarca. Aquí un error más, en 160 años como departamento.

Por otro lado, Cajamarca, a pesar que han pasado los años después de su independencia del centralismo costeño, no cuenta con una clase política debidamente organizada y de vida orgánica. Una clase política que guie su vida política. Sólo han aparecido organizaciones y políticos mediáticos que buscan la circunstancia.

Esta situación ha permitido que las autoridades, una  vez en el poder, tengan serios problemas para gobernar a parte de los técnicos que puedan escoger.  Una clase política debidamente organizada  está en las condiciones de negociar con los otros poderes fáticos que lleguen a la región. Pero las autoridades que ha tenido Cajamarca han sido fácilmente sometidas por los poderes económicos que, de hecho, ya no representaba a la mayoría que eligió en elecciones.

Del mismo modo, no tenemos una clase media capaz de enrumbar el destino económico de la región cajamarquina como lo tiene el sur del Perú. Los empresarios que existen y que se encuentran asociados en la Cámara de Comercio de Cajamarca no son más que intermediarios del gran capital minero que entró y viene entrando a la región. Cuando surgió el conflicto Conga, esos empresarios sintieron el problema de ser una clase empresarial intermediaria, sin ningún capital propio. No fueron capaces de crear y fortalecer sus mercados e interconectarlo con los otros mercados de otras regiones vecinas.

En este contexto se celebra el 03 de enero un año más de independencia de Cajamarca del centralismo costeño.  Si seguimos pensando y actuando igual como lo venimos haciendo, no nos queda otro camino que continuar viviendo en medio de los problemas y conflictos. Es hora que las instituciones se  fortalezcan  y las autoridades cambien de pensamiento.  Si los héroes del 03 de enero de 1854 lucharon contra la tiranía del centralismo trujillano y limeño, las autoridades de hoy deben de hacerlo contra la tiranía que ellos mismos pretender obviar: gobernar para poderes fácticos.                         

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