martes, 25 de febrero de 2014

Conga y un Estado corporativista.

Policías en plaza de Cajamarca. Foto Perú 21

Sin duda, lo que viene sucediendo con el proyecto minero  Conga que pretende llevar adelante  Newmont con dinero prestado de las financieras internacionales, no es más que un ejemplo  donde  el Estado se une con las corporaciones para que éstas lleven adelante sus proyectos sin ningún obstáculo.

Las fuerzas del orden, que depende directamente del Ministerio del Interior, firman convenios con las corporaciones para que aquéllas les den seguridad. Ministros, en caso de Conga el ministro de Energía y Minas y del Ambiente, se comportan no como reguladores entre el mercado y el Estado, sino como si fueran promotores de las trasnacionales. A esta figura, los especialistas lo llaman: Estado  corporativista.

Naomi Klein dice que “representan la culminación de la misión corporativista: una fusión total entre élites políticas y empresariales en nombre de la seguridad, con el Estado en el papel de presidente del gremio (y como la gran fuente de oportunidades gracias a la economía de los contratos).

Ejemplo de Estado corporativista es el que desarrolló Bush durante su administración. “Rumsfeld tenía un gran problema. Estaba tan metido en varias empresas relacionadas con desastres que afirmó que le resultaba imposible desvincularse a tiempo, de manera que ató cabos para intentar seguir participando en el mayor número posible de compañías sin contravenir las normas éticas”, dice   Naomi en su libro  “La doctrina del shock”. Otros funcionarios también estaban metidos en conflicto de intereses.  

En el caso peruano, es evidente que las fuerzas del orden y sectores políticos de gobierno y de oposición, se han fusionado con los grupos de poder económico de tendencia estractivista con la intención que las corporaciones mineras desarrollen sus proyectos sin ningún obstáculo. Algunos han denominado a esta fusión como un gobierno “minero militar”.

No es nada nuevo que el Ministerio del Interior haya firmado convenios con la empresa minera asentada en Cajamarca con la intención que el sector privado lleve adelante sus proyectos con facilidad.  Esta rutina ya se venía desde mucho tiempo atrás cuando estallaban los conflictos ambientales en Cajamarca. 

El cuestionamiento está  en que se utiliza recursos humanos y logísticos para cuidar no la seguridad ciudadana, sino intereses de sectores políticos de gobierno y de oposición en fusión con grandes corporaciones. Es éste la peculiar figura del modelo de mercado en que viven los  países latinoamericanos, incluido el nuestro.

Un Estado corporativista no es el gobierno de la ciudadanía a través de sus representantes que fueron elegidos en procesos electorales cada ciertos periodos, sino  es el gobierno de una alianza integrada por sectores políticos y empresas con intereses estractivistas en el caso del Perú. Este tipo de Estado no contiene en su seno político administrativo un trabajo transparente y ético, sino, por el contrario, uno que linda con el conflicto de intereses.  En el Perú, los ministros de Estado casi siempre se han comportado no como los representan a un Estado, sino como funcionarios de las empresas que pretenden o invierten en el país.  Sin duda, ello destruye la democracia en una sociedad donde  el mercado prima.

 A donde llegan los grandes capitales y los inversionistas no quieren acatar las leyes de esos países, es cuando y donde se comienza a crear y construir un Estado corporativista para que le sean no muy difíciles sus propósitos e intereses. Cuando la agrupación política que llega al poder es débil organizacionalmente, de hecho, el trabajo de construir un Estado corporativista será fácil. Las redes se extienden rápidamente.  Pero si existe una organización política fuerte en el poder, los operadores del mercado se encontraran con una barrera.

Por ello es bueno y urgente fortalecer los partidos políticos y la institucionalidad en el Perú

No hay comentarios: