viernes, 1 de agosto de 2014

La inteligencia emocional en la escuela.

La enseñanza de los aprendizajes en las instituciones educativas tanto privadas como públicas, en los últimos años, se encuentra centrada, exclusivamente, en el aspecto cognoscitivo, es decir el de impartir conocimientos en los estudiantes que, sin duda, son importantes para que los niños y jóvenes los utilicen para solucionar los problemas que encuentren en su vida diaria. Sin embargo, el mundo EMOCIONAL que lleva el niño y el adolescente  a la escuela, al  colegio y hasta a la misma universidad es dejado de lado. ¿En la escuela, quién se preocupa de ese mundo emocional que llevan los niños y adolescentes?

Hasta donde he podido observar no solo en la enseñanza básica inicial, primaria y secundaria, sino también superior, el descuido es grande y preocupante. En el último VII Encuentro Iberoamericano de Maestros y Maestras que tuvo como sede Cajamarca, los educadores expusieron sus investigaciones en los cuales no dejaron de hablar del estado emocional que los estudiantes llevan al jardín, la escuela y el colegio. Una maestra colombiana expuso su investigación titulado “Influencia  de la  inteligencia emocional en la enseñanza, aprendizaje y evaluación de las ciencias naturales”.

En este estudio, la maestra ha concluido que “en la medida en que se logre formar integralmente a los estudiantes no solo en la dimensión cognitiva, sino también en su parte emocional (sentir y actuar) es posible desarrollar la inteligencia emocional para mejorar su potencial intelectual a partir del aprendizaje de las ciencias naturales, orientándoles incluso en la construcción de su proyecto de vida”.

La formación integral es el objetivo de la educación, empero, en el Perú, el sentir y actuar del niño y adolescente se ha olvidado. Los maestros han tomado como matriz de enseñanza en sus actividades de áreas solo la formación cognitiva. Los colegios compiten entre sí en quién llena más conocimientos a sus estudiantes. Incluso, los mismos jardines compiten en quién enseña a leer, a multiplicar rápidamente a sus niños. Y el padre se siente feliz, equivocadamente. La evolución cognitiva del niño especifica que la enseñanza de conocimientos tiene sus niveles y etapas. Enseñarle al niño a que realice deducciones lógicas en la etapa del aprestamiento, es como negarle una etapa de vida.

¿Pero cómo se entiende la inteligencia emocional? El psicólogo Edward Thorndike lo define como: “la habilidad para comprender y dirigir a los hombres y mujeres, muchachos y muchachas, y actuar sabiamente en las relaciones humanas”. Goleman también habla extensamente sobre el tema. En tanto Gardnerya ha introducido dos tipos de inteligencia: la intrapersonal y la interpersonal. Cada una con sus propias competencias. En la  primera se considera la competencia de conciencia de sí mismo y el autocontrol. En la segunda la competencia de conciencia social y la relaciones sociales. A esto llaman los psicólogos inteligencia emocional.

Haber, aterricemos un poco. En la inteligencia interpersonal, que de alguna manera sería bueno desarrollar en los niños y adolescentes, es la capacidad que debe tener el maestro para poder distinguir en sus niños lo que sienten éstos. Es decir, saber qué sentimientos llevan esos niños y adolescentes a la escuela. Distinguir sus estados de ánimo y temperamentos. Aún más, discernir los estados de ánimo y emociones de los padres y madres de esos niños y adolescentes. Muchas veces los hogares disfuncionales permite a que los niños lleven a la escuela sentimientos que deben ser tratos con mucho cuidado y, lo maestros, debe tener la habilidad de identificarlos y luego tratarlos.

En tanto, en la inteligencia intrapersonal es la capacidad que debe tener el maestro para el conocimiento de los aspectos internos de una persona (en caso de una madre o un padre) y aspectos internos de un niño o adolescente. Es decir, es ir más allá. Ir a la propia vida emocional del niño y del padre o de la madre. Muchas veces los niños sufren estados de ánimo que los concibieron en sus hogares donde las relaciones no son buenas. Donde los padres viven en conflictos o, si es disfuncional el hogar, los hijos con el padre o con la madre no se llevan bien. O a  veces, donde los padres han perdido autoridad en el hogar por sus propios  malos comportamientos. En fin, podemos seguir mencionando muchas causas.

Lo que sí es cierto es que el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños y adolescentes no sólo en la escuela por el maestro, sino por los mismos padres en casa permite que el futuro ciudadano también desarrolle su inteligencia cognitiva. Y un futuro ciudadano con inteligencia emocional e inteligencia cognitiva desarrolladas, de hecho contribuirá al desarrollo no solo de su familia, sino de la sociedad donde se desarrolla. Por ello, los países desarrollados apuntan por este tipo de educación.        

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