Sin duda, con la actitud de los que dicen ser
políticos en este proceso electoral en que elegiremos no solo a un nuevo
presidente del país, sino, además, a
legisladores de uno de los poderes del Estado, el Perú continúa su rumbo a
seguir jodiéndose. Nuestro país, desde
el momento en que nació como República, pareciese que continúa su derrotero a
una nación del oportunismo y de los que observan ese oportunismo. Esto debido a que no tenemos una sociedad
debidamente estructurada y definida. Por el contrario vemos una élite que no se preocupa de fortalecer la nación,
sino de beneficiarse así misma. Que no nos extrañe porque es histórico.
Los
movimientos políticos y los pocos partidos políticos que quedan, en esta
campaña electoral que está en proceso, nos han mostrado el comportamiento
indignante de los “políticos”. No representan a una organización política, sino
a sus propios intereses. El transfugismo es descarado y de poca vergüenza en
los candidatos. El pragmatismo
mediático se superpone a la doctrina de
la organización política, cambian de movimiento político como pasaran de una
combi a otra.
En
tanto, el electorado que observa solo espera el día “D” y ahí tomará una
decisión para mal o para bien. Lo más
seguro es para mal. Tenemos políticos “nómades” que
abandonan sus partidos para ubicarse en otros no para defender a quien
representa, sino para enriquecerse con leguleyadas a favor de los grandes
poderes fácticos. Lo sorprendente es que las reglas de juego, es decir, la ley
para acceder a ser autoridades en procesos electorales no elimina todo aquello
que hace daño a la democracia. Sobre todo no ayuda a fortalecer la democracia
política en nuestro país.
Desde la instalación del modelo neoliberal en
el Perú, en los años 90, los clubes de amigos se convirtieron en Movimientos
Políticos y son éstos los que gobiernan el Perú en medio de acusaciones de
corrupción. Nadie hace nada para cambiarlo. Todos solo miran como vamos al
barranco de la destrucción de nuestro país como Nación. Corrupción en las
instituciones del Estado, delincuencia organizada expresada en el sicariato, un
Estado ausente y si está presente es para ser cómplice, organizaciones sociales
enfrentadas con las instituciones del Estado… son expresiones con las que
caminamos a destruir el país de los antiguos peruanos y de los de hoy.
En
este proceso electoral es evidente que
pretenden apoderarse del Estado no
candidatos que representen al electorado, sino tránsfugas oportunistas
que buscan empleo como autoridades y enriquecerse con los arreglos tras el
poder político que está subordinado por el económico. La captura del Estado por
estos independientes nos hace que avancemos al final de la Republica fundado
luego de la independencia. Un final nada bueno, sino de destrucción de las instituciones
y de la moral de una nación.
Pero no solo es pesimismo y crítica visceral,
sino propuesta y esperanza de cambiar nuestra nación. Solo se logrará con la
reforma de la ley de los partidos políticos, una reforma profunda que extirpe
de raíz a los movimientos políticos mediáticos
sin doctrina, sin organización. Que expulse y castigue a los tránsfugas
mediáticos y oportunistas. También se
logrará con la iniciación de la conciencia política de la sociedad civil, es
decir, la ciudadanía tiene que informarse y educarse en política porque ésta no
es mala, sino está siendo mal practicada.
La ciudadanía tiene que observar de cerca a los políticos y con las
leyes hacer que fortalezcan nuestra democracia política.
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